Las boletas en inglés: Elecciones, lengua y nacionalismo
[Este texto fue escrito a inicios de junio de 2024, en el contexto de las elecciones presidenciales. Se envió a cierto medio pero, al parecer, se traspapeló. Más de un mes después se me comunicó que se consideraba no oportuno publicarlo.
Siendo sincero conmigo mismo, concuerdo con la decisión editorial. Sobre todo porque, a la distancia de una coyuntura como las elecciones, perdió vigencia. A pesar de esto, considero que hay algunos puntos que son importantes retomar y posicionar.]
En el contexto de las recientes elecciones para la presidencia de México, una serie de tuits se hicieron virales y tuvieron un eco importante. Estos tuits, provenientes de diferentes cuentas afines al proyecto opositor, sugerían poner las boletas en inglés para que los votantes de Morena no pudieran leerlas. Al respecto, los usuarios de redes sociales no tardaron en criticar esta propuesta, señalando que las siglas de los partidos y los nombres propios no se traducen y que, hasta donde se sabe, la candidata de su preferencia no dominaba completamente el idioma inglés, entre otros argumentos.
Sin embargo, considero que es necesario profundizar más en lo que ocultan este tipo de declaraciones e intentar “darles la vuelta”. Uno de los principales rasgos de una nación es la lengua común. Constituirse como una nación hispanohablante ha sido uno de los principales objetivos del Estado Mexicano. En el siglo XIX, se decidió que en el Estado Mexicano se hablaría español para que los pueblos indígenas no participaran del naciente proyecto nacionalista. Tomando en cuanta lo anterior, resulta aún más interesante detenernos en el trasfondo histórico de estas fantasiosas ocurrencias.
La suplantación y eliminación sistemática de las lenguas habladas por la mayoría de la población en beneficio de la lengua de los dominadores ha sido una política surgida durante el periodo colonial. Los intentos más significativos se remontan a 1770, cuando Carlos III expidió una Real Cédula con el objetivo de extinguir los idiomas nativos e implantar el castellano en los territorios bajo el control de la corona española. Aunque el proyecto no tuvo los resultados esperados y eventualmente tuvo que replantearse, formó un importante antecedente en las políticas lingüísticas.
En este sentido, resulta aún más interesante pensar que el Estado Mexicano suele presentarse como una ruptura total con las prácticas e intenciones de la corona española en estos territorios. Muchos activistas han señalado las prácticas racistas existentes que aún perviven en este país. Señalar burlonamente que una persona hablante de lengua indígena “habla mal” o hacer énfasis en el monolingüismo como un “problema”relacionado con los hablantes de lenguas indígenas, aun cuando en realidad la gran mayoría son bilingües, son muestras de estos vestigios “coloniales” que perviven en nuestro país.
Sin embargo, desde una perspectiva más profunda, me parece que estos no son vestigios históricos de un pasado colonial, sino que son parte fundante del Estado Mexicano. Dicho de otra manera, el Estado Mexicano no tiene “vestigios” coloniales: es un estado neocolonial. Desde el siglo XIX se ha buscado constituirse como una nación utilizando estas estructuras racistas y coloniales, bajo la figura de la lengua única ha logrado hacer que se pasara de un territorio con un porcentaje mayoritario de hablantes de lenguas indígenas a uno donde estas lenguas han sido minorizadas y están en gran peligro de desaparecer.
En Historia tenemos un pequeño y oscuro secreto: sabemos que los estados no son, por sí mismos, naciones. Además, sabemos que el proceso por el cual se constituyeron como tales es bastante reciente. Las palabras de Donald Sassoon en su Introducción a Sobre Nacionalismo de Eric Hobsbawm son clarísimas en ese sentido: “los nacionalistas creen que las naciones han existido desde tiempo inmemorial. El cometido de los historiadores consiste en refutar tales afirmaciones”. Hobsbawm da otro interesante ejemplo: un extraterrestre llegaría rápidamente a la conclusión de que los últimos doscientos años de Historia “son incomprensibles si no se entiende un poco el término «nación» y el vocabulario que de él se deriva.” El Estado Mexicano se ha constituido como nación sobre el blanqueamiento, el etnocidio, la castellanización y la esterilización forzada. La relación del Estado con los pueblos indígenas es neocolonial: políticas como la castellanización no son sino la continuidad, y en algunos casos, el perfeccionamiento, de prácticas heredadas de las últimas décadas de la Colonia.
Es curioso que, para cierto sector de la oposición, quienes votaron por Morena lo hicieron por “chairos”, “nacos”, “jodidos”, etcétera y que por estas mismas razones, asumen que no hablan inglés. Resulta interesante y paradójico pensar que hay miles, si no es que millones de mexicanos “nacos”, que no sólo hablan inglés, sino que lo hablan como primera lengua. Millones de mexicanos han migrado a Estados Unidos y tanto estas primeras generaciones, como sus hijos, viven inmersos en un escenario angloparlante. Es increíble pensar que muchos hijos de migrantes indígenas, por ejemplo, nunca hablan español y, en cambio, son bilingües de mixteco-inglés. Entonces, la idea de que los “jodidos” no pueden hablar una lengua de prestigio o dominante no sólo es ridícula, sino que, históricamente, no tiene sustento alguno. Pero más importante aún es que las opiniones sobre que “hay que hablar otro idioma para que estos otros indeseables no nos entiendan”, no tiene nada de novedoso y, en cambio, es parte de una larga tradición colonial en la que los estados-nación buscan constituirse sobre las otras identidades nacionales que viven en su territorio.